Coro
Entonemos un canto a la tierra
de nuestra alma la noble heredad;
que resuene por montes y vegas
como grito triunfal: ¡Ubalá!
I
Cual las breñas fragosas que al cielo
se levantan con noble altivez
con sus gentes que el culto pregonan
a su suelo, su raza y su fe.
II
Sus frondosas cuchillas amparan
de sembrados el fértil crecer,
que sus ríos y arroyos fecundan
como premio a su gente de bien.
III
Farallones de espalda al llano
penetrando del cielo al azul.
en las noches radiantes de estrellas
la represa sumergen de luz.
IV
En tus cumbres serena y callada,
la laguna que el verde copió
de los Gaques y Robles cercanos
donde el Chibcha su dios adoró.
V
Tierras buenas que en largos inviernos
las nieblas revisten de gris
asordina su voz la campana
y los truenos se dejan oír.
VI
Tu paisaje en la sangre llevamos
tierra amada que inicia el saber,
por los sabios maestros de antaño,
por los sacros cultores del bien.
VII
Tus patriarcas que fueron dechado
de civismo, verdad y virtud
nos señalan la senda obligada
que fijaron sus vidas cual luz.
Letra:
Horacio Bejarano Díaz.
Música:
Jaime Martínez Turriago.